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27 de septiembre de 2014

Espiritismo y Religión (I)



Yo estoy divulgando esta doctrina y trabajando para ella casi toda mi vida, y para mí, el Espiritismo es una ciencia y es una religión.

Es una ciencia; sus bases codificadas por el maestro Allan Kardec, dictadas con total perfección, son inalterables y para todos los tiempos, al igual que los enseñamientos del Maestro Jesús, y asume científicamente sus adelantos y descubrimientos, que siempre son inspirados desde el mundo espiritual. La doctrina espírita no está envejecida ni anclada en el pasado, siempre está en el presente y descubriendo nuevos horizontes, para una humanidad en condiciones y preparada para recibirlos.

17 de septiembre de 2014

La Verdadera Religión (y II)


Muy pronto dejaré esta vida y me sentiré muy dichoso si mi paso por este mundo no ha sido estéril, pues mi objetivo ha sido el contribuir a llevar la esperanza y el consuelo a los que sufren y he pretendido iluminar las inteligencias deseosas de conocer la verdad. Debemos de tener siempre presente, que débil o fuerte, ignorante o instruido, el Espíritu vive en nosotros y gobierna nuestro cuerpo que sólo es un instrumento para manejar, según su voluntad. Este Espíritu es libre y responsable de todos sus actos, y voluntariamente puede transformarse y mejorarse, aspirando a su propia elevación espiritual.

9 de septiembre de 2014

La Verdadera Religión (I)



Al hablar de verdadera religión, no me estoy refiriendo a una manifestación exterior sino a un sentimiento profundo que se encuentra en el corazón, que es donde se siente la necesidad de elevarse hacia un mundo de paz y felicidad.

El Espiritismo no es una religión en el sentido exacto de la palabra, pero sí una doctrina filosófica, científica y racional, actualizada para la humanidad de hoy, y la humanidad del futuro; con un fundamento religioso, ya que todas sus bases están dirigidas por el Maestro Jesús, y cimentadas en sus Evangelios y enseñamientos, que al mismo tiempo se apoyan en las leyes inmutables que rigen el Universo.

25 de agosto de 2014

Espiritismo y Ciencia



Cada paso que damos, nos recuerda lo poco que aún sabemos. Nuestras conquistas científicas solamente son nociones provisionales, superiores a la ciencia del siglo pasado, pero superada por los descubrimientos de nuestro próximo futuro.


El tiempo presente sólo es una etapa en el gran viaje emprendido hacia nuestro futuro, un punto en la historia de las generaciones.


El Espiritismo, como toda gran idea y descubrimiento, ha tenido que pasar la prueba de la humillación, de la calumnia, de la incomprensión y de la persecución.


Los fenómenos espiritistas, considerados en un principio como puro charlatanismo, ya han entrado en el dominio de la observación seria y rigurosa. Hoy ya hay personajes eminentes que estudian e investigan estos fenómenos, y hacen constar la gran importancia y realidad de ellos. En Europa y en América, hay sociedades de estudios psicológicos que trabajan y hacen serias investigaciones, convencidos ya de estos hechos. Todo esto, naturalmente, está dirigido a los incrédulos, a los que aún no aceptan la vida espiritual, a los que no quieren entender la estrecha relación que existe entre el mundo visible y el invisible.


Para los espiritistas, estos sucesos ya están más que demostrados desde hace ciento cincuenta años; pero aún tenemos que contemplar cómo un sector importante de este planeta, desengañado de las religiones, se debate en el lodazal del ateísmo y la incredulidad. En estas mentes desconfiadas, es muy difícil introducir una doctrina nueva, aun siendo ésta una idea buena.


Ante esto no podemos cerrar los ojos y cruzar los brazos. Debemos reaccionar ante las dudas, con máximo cuidado y sin asumir ningún compromiso previo. Debemos antes, investigar y bucear en busca de la verdad, que hasta ahora no hemos podido encontrar en ninguna religión. Así lo hice yo: busqué e indagué hasta que encontré la verdad que me convenció con lógica, como un libro abierto. Al fin hallé la verdad que buscaba, esto cambió totalmente mi vida, porque vivir en la duda, sin una creencia, sin saber de dónde venimos y adonde tenemos que ir, es una muerte lenta. Este conocimiento fue como una luz que ilustró mi mente, despertando en mí el deseo de compartir con mis semejantes, la felicidad y el bienestar tan inmenso que sentía. En ello empleé todo mi esfuerzo y recursos posibles, y hoy en los últimos días de mi actual existencia, me siento útil y realizado, por lo que doy gracias a Dios por todo cuanto me ha dado.


El advenimiento del Espiritismo, ha sido uno de los más grandes acontecimientos de nuestra historia. Hace dos mil años, cuando el paganismo agonizaba en el seno de una sociedad corrompida, la voz del cristianismo se extendía hacia los más humildes y desgraciados, dirigida por el Rabí de Galilea. La palabra amorosa de Jesús nos trajo una moral y una fe nueva, una revelación y unos principios ignorados por las multitudes, como son la caridad y la fraternidad. De la misma manera hoy, frente a unas religiones petrificadas en su pasado, incapaces e impotentes para iluminar el Espíritu del hombre, surge el Espiritismo con una filosofía racional, abierta a toda comprobación, sea científica o no. Es una doctrina traslúcida, no tiene anclajes en el pasado, sigue los avances de la ciencia y está siempre por delante de todo progreso humano. Tiene todos los componentes necesarios para conseguir una transformación social, eliminando y regenerando los elementos de descomposición, que hoy afligen y contaminan al mundo.


Los fenómenos espiritistas, siendo tan importantes por sus resultados científicos y consecuencias morales, no han sido acogidos con el interés merecido. Tras tantos siglos de fanatismo religioso, las mentes aún influenciadas han caído rendidas inconscientemente en los brazos del materialismo, sufriendo mucho daño. No es tarea fácil reparar los efectos causados, pero el mundo espiritual, se movilizó y en este último siglo, mandó reencarnar a un numeroso grupo de espíritus abnegados y luchadores, que hasta hoy están cumpliendo con su deber, restableciendo la verdad y abriendo nuevos caminos de luz, dando como ejemplo su vida, una existencia de sacrificio y fidelidad al Maestro Jesús.






Elucidaciones Espíritas.


José Aniorte.




10 de agosto de 2014

Conocimiento doctrinario



Si sabemos que existe un pasado que nos impone la realidad del presente, si sabemos que el presente condiciona de forma inexorable nuestro futuro, porque tendremos que recoger inevitablemente todo aquello que hemos sembrado, ¿cuándo, por fin, vamos a comprender que para cumplir nuestros compromisos espirituales, debemos de sacrificar los intereses materiales? Todo espírita es poseedor de conocimiento doctrinario, y al reencarnar en este planeta, viene con el compromiso asumido en el plano espiritual, de propagar la nueva doctrina, cada uno con su propio esfuerzo y recursos y con total independencia; aplicando a sí mismo la moral de esta doctrina, porque nadie puede, ni tiene la moral suficiente para enseñar algo que no aplica y practica en su propia vida. Si esto es así, y sabemos que lo es, ¿cómo somos capaces de caer nuevamente en los errores del pasado? En el pasado comercializamos las religiones, haciendo de ellas un medio para satisfacer nuestras pasiones y ambiciones, y hoy aparentemente arrepentidos, volvemos a hacer lo mismo con la doctrina espírita; comercializando nuevamente un ideal tan sublime, utilizándolo para complacer nuestro orgullo, empleando los recursos ajenos para practicar una falsa caridad.

No pretendo convertirme en justiciero de nadie, ni me considero autorizado para ello, pero sí estimo necesario levantar la voz para decir que, “al verdadero espírita se le conoce por su transformación moral”, que está siempre dispuesto a convertirse en apóstol de la verdad y que después de vivir esta realidad para él mismo, tiene la fuerza moral para enseñarla a los demás. Así lo he hecho yo, en el espacio de los 56 años transcurridos desde el día en que conocí el Espiritismo hasta hoy. He conseguido mi transformación; he utilizado todos mis recursos en divulgar esta doctrina, esclarecedora y consoladora, con total autonomía. He publicado 16 libros, y cientos de miles de estos, circulan por todo el mundo, distribuidos de forma gratuita, para que la luz de la verdad, llegue con facilidad a todas partes. Y esto me concede el privilegio de decir a los que pretenden oscurecer la luz del Espiritismo, que jamás lo podrán conseguir.

Yo con toda humildad le pido a nuestro querido Maestro Jesús, que ilumine la mente de estos queridos hermanos, para que reconozcan su equivocación y cambien su conducta, porque siempre estamos a tiempo de rectificar; si queremos podemos hacerlo.

¡Que nuestro Señor Jesús, nos ilumine, nos fortalezca y nos ayude a vencer nuestras debilidades!



Elucidaciones Espíritas
José Aniorte.



6 de agosto de 2014

Dios y el Universo



En el Libro de los Espíritus, hay una pregunta que dice: ¿qué es Dios? La contestación, es bien clara, pero aún así se interpreta de diferentes formas.

Algunos espíritas preguntan: ¿se puede definir a Dios?; otros afirman con seguridad, que Dios nos hizo a semejanza de Él. En esto parece que están de acuerdo con las explicaciones que dan los libros sagrados de las religiones, aunque algunos digan que no es así. La religión dice que la semejanza es en cuerpo y alma, y estos hermanos espíritas, dicen que la semejanza, es sólo en espíritu. Yo naturalmente, no comparto ni acepto ninguna de estas dos teorías.

Nada ni nadie puede ser semejante a Dios, porque Dios ha creado el Universo y todo lo que vive y existe en él, pero antes de existir el Universo, ya existía Él, por lo que nadie puede definirlo, y mucho menos, comprender la grandeza de esa Inteligencia Suprema y Creadora; incomprensible para la pequeñez de nuestro Espíritu, que es una creación de Él.

Considero una equivocación y vanidad imperdonable, afirmar que somos hechos a semejanza de Dios.

Alguien dijo que “la ignorancia es muy atrevida”, y yo comparto esta opinión.
Sabemos que el Universo, en su inmensidad, no tiene principio ni fin. 

Sabemos esto, y aún así, no somos capaces de comprender tanta grandeza, queriendo personificar y definir a Dios, y creyendo tener una semejanza con Él; siendo Éste mucho más grandioso que el Universo, que sólo es una creación suya.

Imaginemos que el Universo es un inmenso globo, tan grande que no tiene principio ni fin; dentro de ese globo está Dios, porque Él es la vida, también estamos nosotros y todo lo que existe, porque Él lo ha creado, pero fuera de ese globo, también está Dios, por lo que nos preguntamos:

¿Cómo es esto posible, si todo lo que existe está dentro del globo?

La contestación es la siguiente:

“Antes de existir el globo ya existía Dios”.

Allan Kardec, nuestro querido maestro nos dice, que en un principio existía materia primitiva, en su estado natural, que se fue transformando y de ahí nació el fluido universal, que a su vez, se transformó en otros fluidos, necesarios para el germen de la vida. Así podemos comprender cómo la vida empieza en el Universo, por un proceso de transformación y evolución.

En el Libro de los Espíritus, hay una pregunta que dice:

¿Qué es el Espíritu?

Contestación: principio inteligente del Universo.

Después hay otra pregunta semejante que confirma ésta:

¿De dónde se toma la inteligencia?

Contestación: de su base o de su fuente, que está en el Universo.

La materia también tiene su propia evolución; pasa por el mineral, después por el vegetal, y a través de los tiempos, se va transformando hasta estar en condiciones de atraer al principio inteligente, que a su vez, espera el momento oportuno para entrar en contacto con la materia. Encuentro, que finalmente se produce cuando el Espíritu o principio inteligente, utiliza la materia, y ésta se animaliza, comenzando el período de la vida animal y el inicio evolutivo del Espíritu inmortal.

Esta teoría, para mí es válida y racional, hasta que no encuentre otra más convincente o mejor.

Rechazo totalmente aquella teoría que nos dice, que la evolución del principio inteligente, empieza en el mineral y prosigue en el vegetal… El principio inteligente no duerme, siempre está latente, deseoso de evolucionar, porque ese es su objetivo y para eso fue creado.

En un principio, la Tierra estaba tan caliente que no reunía condiciones para que existiera vida en ella, por esto los primeros seres vivos, nacieron en el agua. Apareció cada especie en el momento en que la Tierra fue adquiriendo las condiciones necesarias para su existencia. Tanto unos como otros, tuvieron vida por generación espontánea (El Libro de los Espíritus, libro primero, Capítulo III, “Creación”).

El alma, sin tener conocimiento de su existencia, se va formando muy lentamente, a través de los tiempos. Tiene tantas transformaciones que sería imposible enumerar; así, sin medir el tiempo, se ensaya, se prepara para la vida humana y finalmente llega ese momento, el despertar para una nueva forma de vida, produciéndose una gran metamorfosis.

El Espíritu, vagamente, como si despertara de un sueño profundo, empieza a tener conciencia de su existencia. Entonces en un estado aún muy primitivo, y durante un periodo largo de existencias, reencarna en la escala animal, para formar un cuerpo menos animalizado, a través de la influencia de su periespíritu.

Después muchos siglos, y milenios de grandes sufrimientos evolutivos, finalmente aparecen los primeros seres humanos.

Mis queridos amigos y hermanos en ideal; el Espiritismo hay que estudiarlo, pero sobre todo es necesario vivirlo, no seamos como un árbol frondoso que puede ser muy bonito pero si no produce frutos para nada vale.
Tenemos que enseñar con el ejemplo. Si subimos a una tribuna y todo lo que decimos no está siendo practicado por nosotros mismos, estaremos cayendo en la imprudencia y falsedad. Tenemos que vivir practicando lo que nos enseña este sublime ideal, porque el Espiritismo tiene que ser el futuro de la humanidad, “La Luz de Nuestro Futuro”.


Introducción.
Hechos y Obras de una Vida.
José Aniorte.



29 de julio de 2013

La felicidad en los espiritistas



Dice Allan Kardec:

 “Conoceréis al verdadero espírita por su transformación moral”

Estas palabras escritas por el Maestro, me impactaron mucho cuando las leí, se grabaron en mi mente y hasta hoy las tengo presentes.

A continuación hago una ligera referencia sobre mi persona, porque creo necesario que, al leer y estudiar un libro como el que tiene usted ahora en sus manos, es conveniente tener una reseña del autor del mismo: Conocí el Espiritismo en Brasil, en el año 1.951, y en este país lo estudié y lo practiqué. Estoy seguro de que esto se dio como preparación para realizar un compromiso de trabajo, veinte años más tarde al regresar a España; compromiso que ya había asumido en el plano espiritual, antes de mi reencarnación. Desde el momento en que llegó a mis manos el primer libro espírita, quedé entusiasmado con su lectura, fue como si un viajero sediento, encontrara en su camino, un manantial de agua fresca y cristalina. En los nueve años siguientes, leí un centenar de libros, divulgué la doctrina que a mí tanto bien me había hecho, participé en diversas obras de caridad, hasta que en el año 1.960, ciertas inquietudes se apoderaron de mí, sin encontrar razón alguna que las justificara. De forma inesperada sufrí una grave enfermedad, y fue entonces, cuando muy afligido me pregunté si verdaderamente se había producido en mí, la transformación interior que el maestro Allan Kardec promulga en sus libros. Con lágrimas en los ojos, tuve que reconocer que ese cambio no se había producido en mí, que aún con el estudio y el trabajo realizados, el hombre viejo ejercía su dominio sobre mí, dando excesiva importancia a la vida material, así como: a la conservación de mi patrimonio, el bienestar material de mi familia y significativamente el mantener una buena imagen ante una sociedad que era todo lo contrario de aquello que yo tanto deseaba ser. Convencido de esta triste realidad, me declaré en guerra contra ese hombre viejo y egoísta, que tanta influencia ejercía sobre mis actos y pensamientos.